Se acerca el fin de año y lo que ello conlleva: reflexiones, nuevos propósitos, etc. Esta entrada va dedicada a lo primero. Sobre lo que ha sido el 2014. No sé hasta qué punto debo contar algunas cosas reflejadas aquí, pero prefiero ser sincero.
Cuando llegué a Madrid para estudiar Periodismo, lo hice como cualquiera que empieza su carrera: con ilusión y muchas ganas. La situación en general, está mal para todas las profesiones, y los periodistas no son una excepción. Si quieres llegar lejos, necesitas una experiencia previa. Siempre me ha llamado la atención las descripciones de otros estudiantes en Twitter: "Colaborador en..." o "Escribo para...". Hay veces que me preguntaba cómo lo hacían para estar en esos medios. Este año, a falta de una, me llegaron dos oportunidades para aprender: Activados y Manda Pelotas. Del primero, el programa de radio, ya hablé en su momento, por lo que me centraré en Manda Pelotas.
Gracias a un compañero del Cisneros entré en esta web en mayo, que estaba de scouting. Lo primero en lo que pensé fue en el tiempo que me ocuparía escribir los artículos. Además, ya estaba involucrado en Activados, que entre desplazamiento y programas ya me abarcaba muchas horas. Sin embargo, decidí aceptar, ya que pensé que era una gran oportunidad para escribir sobre NBA, liga que tiene muchos adeptos (más que la ACB) e interesa en cualquier página de noticias.
En Manda Pelotas aprendí cómo funcionaban estas webs, herramientas de Twitter, cómo redactar, etc. Al principio, como es lógico, tuve mis fallos con el administrador, con las fotos, programar tuits y demás. Alguna que otra vez no cumplía con los plazos, lo que originó el (lógico) enfado de los jefes. Llevaba pocos días y ya estaba fallando, pero conseguí 'recuperarme'.
Las ligas llegaban a su final y lo más próximo era el Mundial de Brasil. Antes del evento del año, tocaban las Finales de la NBA. No pude ver los partidos en directo, pero creo que las cubrí bastante bien. Ahí me dí cuenta que la inmediatez es muy importante en las crónicas, porque pasado un tiempo ya no interesa tanto y las visitas bajan. Ver cómo mis artículos superaban las 100 visitas, cuando las de este blog superaban las 10 con un poco de suerte, animaba a seguir.
A finales de junio, con los exámenes finales ocupando mucho tiempo y el Mundial ya empezado, volví a acumular muchos artículos pendientes. Días antes, se había echo una limpieza en la que más de la mitad de la redacción se quedó fuera del proyecto. Los jefes pedían compromiso y seriedad, ya que el Mundial era la mejor ocasión para crecer. La mayoría de la redacción estaba en la misma situación que yo: había exámenes y eran la prioridad.
Una vez acabados los exámenes, regresé a Asturias y me comprometí con Néstor (el director) a ponerme al día y no fallar, pero que necesitaba unos días de descanso, hasta el 1 de julio. Escribir durante el verano no era lo que más me apetecía, pero era lo que tocaba. Y no fallé, salvo en un par de artículos en los que no había mucha información y no me gustaba jugar a ser adivino. Los artículos me llevaban hacerlos mucho tiempo, pero no me importaba. Al fin y al cabo, no tenía mucho más que hacer.
En septiembre eran las fiestas del pueblo, y evidentemente había que aprovecharlas, ya que el inicio del curso se acercaba. Unos días antes, avisé de que ese fin de semana no iba a poder escribir y pedí que no se me mandara nada en los plannings, que se mandaban cada dos días. Estaba siendo honesto, pero pareció molestar, algo que me sorprendió, porque no era el primero que lo hacía y se había aceptado sin más. Lo que pasó después estuvo a punto de hacerme dejar la página.
Ese fin de semana de fiestas coincidía con un evento deportivo muy importante: la final del Mundial de Baloncesto. Mi intención era que, si podía, haría la crónica y avisaría de que estaría disponible. Pero estaba convencido de que iba a ser imposible no ya escribir, sino también ver el partido. El sábado noche era el día grande, por lo que había que dedicar la tarde a preparar la noche. No usé el ordenador para nada. No era necesario ya que no tenía nada que mirar en Internet. Tras la fiesta, llegué a casa a las 7:30 del domingo. Por compromisos familiares, a las 9:30 tuve que ir a Gijón. Resultado: con dos horas de sueño aguanté hasta las 6 de la tarde. Era lógico que necesitaba dormir y así lo hice. Confiaba en ver el partido y hacer la crónica, aunque no lo había pedido, y aunque era el único que estaba cubriendo el Mundobasket, pensé que se la abrían asignado a alguien.
Me desperté de la siesta... a las doce de la noche. Lo primero en lo que pensé fue en la final. Me la había perdido, pero bueno, era lógico que Estados Unidos habría aplastado a Serbia, por lo que no verla no era un drama como si la hubiera jugado España. Cogí el móvil, miré el Twitter para confirmar la victoria yanqui y luego, los WhatsApp. Desde que entré en el chat de grupo de la redacción, lo habitual era siempre tener muchos mensajes: 5, 12, 34 e incluso más de 100. Aun así los ojeaba todos. Esa noche también lo hice. Y mientras lo hacía, vi uno que me mencionaba: "César, ¿al final puedes hacer la crónica?".
Pensé a cuento de qué venía eso, ya que en ningún momento mencioné que haría la crónica, y menos tras dormir durante toda la tarde y no ver el partido. Me dio por abrir el correo y mirar el planning, correspondiente a sábado y domingo. Resultaba que, a pesar de haber pedido librar ese fin de semana, me habían asignado hacer la crónica de la final del Mundobasket. Llegué a plantearme la posibilidad de hacer una crónica breve, pero al no ver el encuentro (tendría que guiarme por otras crónicas) y haber pasado ya dos horas del final (no interesaba tanto), decidí no hacerlo.
Pasé toda la noche despierto, y a las 7:30 llegaron mensajes de Néstor y Miguel Ángel, el otro peso pesado de la web. El tono me era familiar, ya que en ocasiones anteriores les tocó a otros compañeros: "¿Qué coño pasa con la crónica?", "¿Por qué no hiciste la final?". Respondí que no había pedido hacerla y que tampoco había visto el partido. La conversación adquirió un tono que no me estaba gustando: descalificaciones personales, acusaciones de no tomarme en serio la página y demás. Y yo desde casa me estaba enfadando. Pedí expresamente no hacer nada para no acumular tareas pendientes, algo que siempre molesta. En ese 2 contra 1, aun sabiendo que tenía razón, tenía todas las de perder. Tuve la sensación de que era el fin de mi etapa en Manda Pelotas. Estuve a punto de irme por voluntad propia, aunque también era lógico pensar que me iba a echar.
Finalmente no fue así, pero con el paso de los meses, a medida que seguía escribiendo, empecé a reflexionar con lo sucedido ese domingo muy presente. Tras ese incidente cumplí con todos los plazos, pero tenía sensaciones raras. ¿Merecía la pena todo esto? Desde que empecé a colaborar en la web, sacrifiqué mucho tiempo libre: comer con prisa porque había que subir a tiempo una crónica de una carrera/clasificación de F1 y había quedado con los amigos, renunciar a salir por que a tal hora había algo importante en el deporte y tenía que cubrirlo, trasnochar (una vez hasta las 5 de la mañana) para hacer las portadas de la prensa, etc. Entre escribir, editar, programar tuits, colocar la web, fotos y demás, los artículos podían llevarme dos o incluso más horas. Por ejemplo, al último que escribí (sobre Thierry Henry), le dediqué tres horas y media. Y todo para no recibir ni las gracias. Me hizo volver a reflexionar.
Y llegamos a la primera semana de diciembre. En el Colegio Mayor en el que resido es una semana muy importante, de mucha actividad en la que debemos colaborar todos, lo que ocupaba mucho tiempo. Aun así pedí hacer artículos, de los que hice uno de tres. Para el fin de semana pedí otro, y me comprometí a recuperar los pendientes el lunes. Sin embargo, había otros planes: debido a problemas con crónicas y directos de partidos, se me asignó la del Barcelona, bajo amenaza de expulsión si no la hacía. En siete meses, de fútbol a penas escribía.
El día 6, un día antes del partido, fue la gala de Navidad, uno de los dos actos más importantes del Colegio. Era lógico que al día siguiente pagaría el cansancio. Y así pasó. A las 18:30 me desperté y volví a ver los WhatsApps. Uno decía que si al final hacía la crónica. Contesté que sí, pero el mensaje no se envió: WhatsApp había caído y tras el final de partido seguía sin funcionar. Cuando entré en el administrador, vi que ya había un avance de la crónica. Supuse que eso indicaba que la haría otra persona y que estaba expulsado, por lo que cometí el erro de no guardar la crónica que tenía hecha. No había sido así: esperaron hasta el último momento por mi respuesta, y como no llegaba, acabé fuera. No fue la mejor despedida, no era el modo que me hubiera gustado, pero aun así me gustaría dar las gracias y pedir perdón al mismo tiempo:
- En primer lugar, gracias a Néstor por confiar en mí y darme la oportunidad de escribir por primera vez en un medio digital. Te curras mucho la página (cosas como podcasts grabados en Inforadio UCM no tienen medios del tamaño de MP) y estás pendiente de ella constantemente. Mucha suerte, porque de verdad que la mereces. Del mismo modo, gracias por perdonar y aguantar mis múltiples fallos en estos meses.
- Gracias a los compañeros por ayudarme con los tuits, que han hecho que las visitas a mis artículos subieran. También por los debates improvisados en el WhatsApp.
- Gracias también a Guillermo (Hotter). Animas mucho mi TL de Twitter, pero sobre todo gracias por la entrada de tu blog, que ha inspirado esta y también me ha echo reflexionar. Aunque lo que pasó con mi crónica no hubiera pasado, el día 7 tan especial para ti hubiera sido igualmente mi último día en Manda Pelotas. Suerte en tu trabajo.
- Por último, quiero pedirle perdón a Alba María Romero. Por mi culpa tuviste que comerte el marrón de hacer la crónica del derbi barcelonés. Siento mucho si eso te quitó tiempo libre que tenías pensado dedicarle a otra cosa.