martes, 16 de diciembre de 2014

Reflexiones de fin de año

Se acerca el fin de año y lo que ello conlleva: reflexiones, nuevos propósitos, etc. Esta entrada va dedicada a lo primero. Sobre lo que ha sido el 2014. No sé hasta qué punto debo contar algunas cosas reflejadas aquí, pero prefiero ser sincero.

Cuando llegué a Madrid para estudiar Periodismo, lo hice como cualquiera que empieza su carrera: con ilusión y muchas ganas. La situación en general, está mal para todas las profesiones, y los periodistas no son una excepción. Si quieres llegar lejos, necesitas una experiencia previa. Siempre me ha llamado la atención las descripciones de otros estudiantes en Twitter: "Colaborador en..." o "Escribo para...". Hay veces que me preguntaba cómo lo hacían para estar en esos medios. Este año, a falta de una, me llegaron dos oportunidades para aprender: Activados y Manda Pelotas. Del primero, el programa de radio, ya hablé en su momento, por lo que me centraré en Manda Pelotas.

Gracias a un compañero del Cisneros entré en esta web en mayo, que estaba de scouting. Lo primero en lo que pensé fue en el tiempo que me ocuparía escribir los artículos. Además, ya estaba involucrado en Activados, que entre desplazamiento y programas ya me abarcaba muchas horas. Sin embargo, decidí aceptar, ya que pensé que era una gran oportunidad para escribir sobre NBA, liga que tiene muchos adeptos (más que la ACB) e interesa en cualquier página de noticias.

En Manda Pelotas aprendí cómo funcionaban estas webs, herramientas de Twitter, cómo redactar, etc. Al principio, como es lógico, tuve mis fallos con el administrador, con las fotos, programar tuits y demás. Alguna que otra vez no cumplía con los plazos, lo que originó el (lógico) enfado de los jefes. Llevaba pocos días y ya estaba fallando, pero conseguí 'recuperarme'.

Las ligas llegaban a su final y lo más próximo era el Mundial de Brasil. Antes del evento del año, tocaban las Finales de la NBA. No pude ver los partidos en directo, pero creo que las cubrí bastante bien. Ahí me dí cuenta que la inmediatez es muy importante en las crónicas, porque pasado un tiempo ya no interesa tanto y las visitas bajan. Ver cómo mis artículos superaban las 100 visitas, cuando las de este blog superaban las 10 con un poco de suerte, animaba a seguir.

A finales de junio, con los exámenes finales ocupando mucho tiempo y el Mundial ya empezado, volví a acumular muchos artículos pendientes. Días antes, se había echo una limpieza en la que más de la mitad de la redacción se quedó fuera del proyecto. Los jefes pedían compromiso y seriedad, ya que el Mundial era la mejor ocasión para crecer. La mayoría de la redacción estaba en la misma situación que yo: había exámenes y eran la prioridad.

Una vez acabados los exámenes, regresé a Asturias y me comprometí con Néstor (el director) a ponerme al día y no fallar, pero que necesitaba unos días de descanso, hasta el 1 de julio. Escribir durante el verano no era lo que más me apetecía, pero era lo que tocaba. Y no fallé, salvo en un par de artículos en los que no había mucha información y no me gustaba jugar a ser adivino. Los artículos me llevaban hacerlos mucho tiempo, pero no me importaba. Al fin y al cabo, no tenía mucho más que hacer.

En septiembre eran las fiestas del pueblo, y evidentemente había que aprovecharlas, ya que el inicio del curso se acercaba. Unos días antes, avisé de que ese fin de semana no iba a poder escribir y pedí que no se me mandara nada en los plannings, que se mandaban cada dos días. Estaba siendo honesto, pero pareció molestar, algo que me sorprendió, porque no era el primero que lo hacía y se había aceptado sin más. Lo que pasó después estuvo a punto de hacerme dejar la página.

Ese fin de semana de fiestas coincidía con un evento deportivo muy importante: la final del Mundial de Baloncesto. Mi intención era que, si podía, haría la crónica y avisaría de que estaría disponible. Pero estaba convencido de que iba a ser imposible no ya escribir, sino también ver el partido. El sábado noche era el día grande, por lo que había que dedicar la tarde a preparar la noche. No usé el ordenador para nada. No era necesario ya que no tenía nada que mirar en Internet. Tras la fiesta, llegué a casa a las 7:30 del domingo. Por compromisos familiares, a las 9:30 tuve que ir a Gijón. Resultado: con dos horas de sueño aguanté hasta las 6 de la tarde. Era lógico que necesitaba dormir y así lo hice. Confiaba en ver el partido y hacer la crónica, aunque no lo había pedido, y aunque era el único que estaba cubriendo el Mundobasket, pensé que se la abrían asignado a alguien.

Me desperté de la siesta... a las doce de la noche. Lo primero en lo que pensé fue en la final. Me la había perdido, pero bueno, era lógico que Estados Unidos habría aplastado a Serbia, por lo que no verla no era un drama como si la hubiera jugado España. Cogí el móvil, miré el Twitter para confirmar la victoria yanqui y luego, los WhatsApp. Desde que entré en el chat de grupo de la redacción, lo habitual era siempre tener muchos mensajes: 5, 12, 34 e incluso más de 100. Aun así los ojeaba todos. Esa noche también lo hice. Y mientras lo hacía, vi uno que me mencionaba: "César, ¿al final puedes hacer la crónica?". 

Pensé a cuento de qué venía eso, ya que en ningún momento mencioné que haría la crónica, y menos tras dormir durante toda la tarde y no ver el partido. Me dio por abrir el correo y mirar el planning, correspondiente a sábado y domingo. Resultaba que, a pesar de haber pedido librar ese fin de semana, me habían asignado hacer la crónica de la final del Mundobasket. Llegué a plantearme la posibilidad de hacer una crónica breve, pero al no ver el encuentro (tendría que guiarme por otras crónicas) y haber pasado ya dos horas del final (no interesaba tanto), decidí no hacerlo.

Pasé toda la noche despierto, y a las 7:30 llegaron mensajes de Néstor y Miguel Ángel, el otro peso pesado de la web. El tono me era familiar, ya que en ocasiones anteriores les tocó a otros compañeros: "¿Qué coño pasa con la crónica?", "¿Por qué no hiciste la final?". Respondí que no había pedido hacerla y que tampoco había visto el partido. La conversación adquirió un tono que no me estaba gustando: descalificaciones personales, acusaciones de no tomarme en serio la página y demás. Y yo desde casa me estaba enfadando. Pedí expresamente no hacer nada para no acumular tareas pendientes, algo que siempre molesta. En ese 2 contra 1, aun sabiendo que tenía razón, tenía todas las de perder. Tuve la sensación de que era el fin de mi etapa en Manda Pelotas. Estuve a punto de irme por voluntad propia, aunque también era lógico pensar que me iba a echar.

Finalmente no fue así, pero con el paso de los meses, a medida que seguía escribiendo, empecé a reflexionar con lo sucedido ese domingo muy presente. Tras ese incidente cumplí con todos los plazos, pero tenía sensaciones raras. ¿Merecía la pena todo esto? Desde que empecé a colaborar en la web, sacrifiqué mucho tiempo libre: comer con prisa porque había que subir a tiempo una crónica de una carrera/clasificación de F1 y había quedado con los amigos, renunciar a salir por que a tal hora había algo importante en el deporte y tenía que cubrirlo, trasnochar (una vez hasta las 5 de la mañana) para hacer las portadas de la prensa, etc. Entre escribir, editar, programar tuits, colocar la web, fotos y demás, los artículos podían llevarme dos o incluso más horas. Por ejemplo, al último que escribí (sobre Thierry Henry), le dediqué tres horas y media. Y todo para no recibir ni las gracias. Me hizo volver a reflexionar.

Y llegamos a la primera semana de diciembre. En el Colegio Mayor en el que resido es una semana muy importante, de mucha actividad en la que debemos colaborar todos, lo que ocupaba mucho tiempo. Aun así pedí hacer artículos, de los que hice uno de tres. Para el fin de semana pedí otro, y me comprometí a recuperar los pendientes el lunes. Sin embargo, había otros planes: debido a problemas con crónicas y directos de partidos, se me asignó la del Barcelona, bajo amenaza de expulsión si no la hacía. En siete meses, de fútbol a penas escribía. 

El día 6, un día antes del partido, fue la gala de Navidad, uno de los dos actos más importantes del Colegio. Era lógico que al día siguiente pagaría el cansancio. Y así pasó. A las 18:30 me desperté y volví a ver los WhatsApps. Uno decía que si al final hacía la crónica. Contesté que sí, pero el mensaje no se envió: WhatsApp había caído y tras el final de partido seguía sin funcionar. Cuando entré en el administrador, vi que ya había un avance de la crónica. Supuse que eso indicaba que la haría otra persona y que estaba expulsado, por lo que cometí el erro de no guardar la crónica que tenía hecha. No había sido así: esperaron hasta el último momento por mi respuesta, y como no llegaba, acabé fuera. No fue la mejor despedida, no era el modo que me hubiera gustado, pero aun así me gustaría dar las gracias y pedir perdón al mismo tiempo:
  • En primer lugar, gracias a Néstor por confiar en mí y darme la oportunidad de escribir por primera vez en un medio digital. Te curras mucho la página (cosas como podcasts grabados en Inforadio UCM no tienen medios del tamaño de MP) y estás pendiente de ella constantemente. Mucha suerte, porque de verdad que la mereces. Del mismo modo, gracias por perdonar y aguantar mis múltiples fallos en estos meses.
  • Gracias a los compañeros por ayudarme con los tuits, que han hecho que las visitas a mis artículos subieran. También por los debates improvisados en el WhatsApp.
  • Gracias también a Guillermo (Hotter). Animas mucho mi TL de Twitter, pero sobre todo gracias por la entrada de tu blog, que ha inspirado esta y también me ha echo reflexionar. Aunque lo que pasó con mi crónica no hubiera pasado, el día 7 tan especial para ti hubiera sido igualmente mi último día en Manda Pelotas. Suerte en tu trabajo.
  • Por último, quiero pedirle perdón a Alba María Romero. Por mi culpa tuviste que comerte el marrón de hacer la crónica del derbi barcelonés. Siento mucho si eso te quitó tiempo libre que tenías pensado dedicarle a otra cosa.
Nunca es agradable que prescindan de ti. En otra ocasión, como tras la final del Mundial de basket, me hubiera mosqueado, pero no. Fue hasta una liberación. Es lo mejor para el transcurrir del curso. Eché de menos los mensajes constantes en WhatsApp y los correos cada dos días, pero ya está superado. Sigo y seguiré entrando en la web. Siempre me acordaré de que empecé en esto en mandapelotas.es 

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Merci, Thierry

Thierry Henry pudo haber jugado el pasado mes su último partido como profesional. A sus 37 años, el astro francés deja atrás 20 temporadas repletas de goles, títulos y mucha clase. Uno de los mejores delanteros de la historia.

Tití nació en la comuna francesa de Les Ulis, a poco más de 20 kilómetros de París. Allí comenzó su andadura en el mundo del fútbol, pasando por diversos clubes locales. En 1994, el Mónaco, en ese momento dirigido por un desconocido Arsène Wenger, se fijó en él y le hizo debutar en Ligue 1 con 17 años recién cumplidos. En su primera temporada como profesional, jugando de extremo, anotó ocho goles en ocho partidos. Tres años después, una jovencísima dupla formada por Henry y David Trezeguet llevó al conjunto monegasco a un doblete de Liga y Supercopa de Francia.

Sus grandes actuaciones no pasaron desapercibidas para los grandes de Europa. Finalmente, en enero de 1999, Henry fue traspasado a la Juventus por 75 millones de francos (aproximadamente 13 millones de euros). No le fue muy bien en Turín: disputó un total de 20 partidos y anotó 3 goles. Carlo Ancelotti le ubicó en la banda izquierda muy lejos del área, de ahí su bajo rendimiento goleador. Viendo la competencia que tenía por delante (Del Piero e Inzaghi), ese mismo verano hizo las maletas rumbo al equipo que le convirtió en leyenda: el Arsenal.

El principal valedor del fichaje de Henry por los gunners fue su descubridor: Wenger, técnico del Arsenal desde 1996. A principios de siglo, el conjunto del norte de Londres era la alternativa más seria al dominio del Manchester United. Contaba en sus filas con jugadores de la talla de David Seaman, Tony Adams, Patrick Vieira, Frederik Ljungberg y Dennis Bergkamp. Tití, en su primer año a orillas del Támesis, metió 26 tantos gracias a su nueva demarcación: delantero centro. Eso sí, al principio hubo dudas con el rendimiento del francés, debido a que tardó nueve partidos en estrenarse como goleador. El Arsenal terminó segundo en Premier y finalista de Copa de la UEFA, donde fueron derrotados en la tanda de penaltis ante el Galatasaray.

La temporada siguiente, los de Highbury reforzaron su centro del campo con Robert Pirès gracias al dinero de la venta de Marc Overmars al Barça. Sin embargo, el Arsenal terminó la temporada en blanco: nuevamente subcampeones de la Premier League (superados por el United) y finalistas de FA Cup, tras perder en Cardiff ante el Liverpool con doble en los últimos minutos de Michael Owen, que acabó siendo Balón de Oro. De nada sirvieron los 22 goles de Henry entre todas las competiciones.

Finalmente, los títulos llegaron en la 2001/02, y a lo bestia. Gracias a los 32 goles de Henry, el Arsenal consiguió al primer doblete de Premier y FA Cup de su historia, 116 años después de su fundación. Esos dos títulos fueron rematados con la Community Shield. Esa Temporada 2002/03 culminó con otra FA Cup, la segunda consecutiva. Y por segundo año consecutivo, Tití sumó 32 tantos en su cuenta particular.

La temporada de 2004 comenzó mal, con una derrota en la Community Shield ante el United en los penaltis. Por primera vez desde el Preston North End en 1889, un equipo ganaría la liga inglesa invicto. 26 victorias y 12 empates fueron el balance de un equipo que todavía echan de menos en el Emirates. Henry hizo el mejor registro goleador desde Alan Shearer (30 goles) y logró su primera Bota de Oro, convirtiéndose en el primer francés en conseguirla. Al año siguiente, el Chelsea de Mourinho y Abramovich les quitó la corona, pero eso no impidió que el Arsenal conquistara su tercera FA Cup en cuatro años, la décima de su historia. Hasta la de este año, fue el último título gunner. Nueve años en blanco para un histórico inglés.

A nivel local, el Arsenal siempre estaba en la pelea por los títulos. Pero en Europa, la cosa cambiaba. Lo máximo a lo que llegó el equipo de Wenger fue a cuartos en 2004 y 2005. Y eso que la Champions se le daba bastante bien a Henry. Con 51 goles, Tití es el sexto máximo goleador de la historia de la Copa de Europa. Tras muchos intentos fallidos, en 2006 el Arsenal se metió en un final de Liga de Campeones por primera vez en su historia. Levantar la orejona hubiera sido el broche de oro a otra temporada por encima de la treintena de goles.

El rival en el Stade de France era el Fútbol Club Barcelona de Rijkaard y Ronaldinho. El Arsenal se adelantó por medio de Sol Campbell con un cabezazo a centro de Henry. El francés fue el referente del ataque, pero se estrelló en más una ocasión con un muro llamado Víctor Valdés. Especialmente recordado es el mano a mano que le sacó en los primeros compases de la final que se acabó llevando el Barça.

2007 fue el último año de Henry en el Arsenal. El fin de una era reflejado en el cambio de estadio ese año: de Highbury al Emirates. Curiosamente, Henry fue el autor del último gol en el histórico estadio londinense. Su última temporada estuvo marcada por las lesiones en la espalda y en el tobillo. El Arsenal terminó cuarto en Premier y eliminado en octavos en Champions, lo que está siendo la tónica de los últimos años. Henry fue superado en goles por Robin van Persie y acabó siendo traspasado al Barcelona de forma inesperada, ya que en principio Wenger contaba con él. Se cumplía un viejo sueño culé.

El 25 de junio de 2007, Henry fue presentado con su mítico 14 en el Camp Nou ante casi 30.000 espectadores. Fue un año pésimo para el Barça. Aun así, fue el máximo goleador del equipo en la temporada del adiós a Ronaldinho y Rijkaard. Con Pep Guardiola, Henry recordó por momentos a la leyenda del Arsenal. 19 goles en liga y 26 en la temporada para un año irrepetible, con seis títulos en un año natural. Por fin conseguía la ansiada Champions y posteriormente, el Mundial de Clubes. En la última temporada se vio relegado al banquillo por un canterano que venía pisando fuerte: Pedro Rodríguez. Por eso, tras el Mundial de Sudáfrica, se anunció la marcha de Henry a los New York Red Bulls.

Para cumplir el sueño americano, los Red Bulls trajeron a sus filas a Rafa Márquez, Juninho, Luyindula y otras viejas glorias del fútbol europeo. Al igual que la Champions con el Arsenal, la MLS fue un imposible sin llegar ni tan siquiera a la final. Este año, NY se quedó a las puertas de la final tras ser eliminados por New England Revolution.

Con Francia consiguió un triplete histórico: Mundial 1998, Eurocopa 2000 y Confederaciones 2001. Debutó con la absoluta con apenas 20 años, en 1997, y pronto formó pareja con su amigo Trezeguet en el ataque galo. En el Mundial de Francia, un Henry de 21 años fue el máximo goleador de su país con tres tantos, por delante del héroe de aquella selección. Zinedine Zidane. Disputó un total de 123 partidos con la elástica bleu (segundo tras Thuram) y anotó 51 goles, el máximo anotador de la historia de la selección. Dejó el equipo tras el triste Mundial de Sudáfrica, al que se clasificó tras una polémica mano ante Irlanda.

Un atacante rápido, con regate, definición, clase. Un remate marca de la casa que le hizo ser el mayor artillero de la historia del Arsenal en 2005 por delante de Ian Wright. Con ese movimiento anotó un gol el día de su regreso en 2012 al conjunto gunner. Autor de golazos como el que le hizo al United en septiembre de 2000 o el que le hizo al Tottenham en noviembre de 2002 cuya celebración inspiró una estatua que adorna los aledaños del Emirates. Simplemente, uno de los mejores delanteros de la historia. Simplemente, Thierry Henry.