Suele decirse, y con razón, que el
ser humano es la única especie que tropieza dos veces con la misma piedra.
Lewis Hamilton estuvo a un par de curvas de dar fe de ello. En el caso del
piloto inglés la piedra fue el Circuito de Interlagos, con el Mundial de
Fórmula 1 en juego.
En 2007, Hamilton perdió el título
sobre el asfalto brasileño tras salirse de pista en la primera vuelta y pulsar
el botón equivocado pocos giros después. Dos errores propios de lo que era: un
novato. Kimi Räikkönen aprovechó la guerra interna de McLaren para coronarse
como campeón. Un año después casi se repite la historia, pero el destino fue
benévolo con el inglés y excesivamente cruel con un piloto que no volvería a
ser el mismo: Felipe Massa.
Llegados a la última prueba del
campeonato, Hamilton y Massa contaban con 94 y 87 puntos respectivamente. Por
lo tanto, al británico le bastaba con ser quinto en Brasil para convertirse en
el campeón más joven de la historia, independientemente de lo que hiciera el
piloto de Ferrari. En la calificación del sábado, Massa logró por tercer año
consecutivo la pole en su país. No dependía de sí mismo para campeonar, pero él
iba a hacer todo lo posible para lograrlo. Y el domingo cumplió: victoria y
vuelta rápida. Un triplete que durante unos segundos tuvo sabor a campeonato,
pero la carroza se convirtió en calabaza.
Retrocedamos unos minutos. A falta
de diez minutos para que terminara la carrera, la lluvia hizo acto de
presencia. No diluvió como antes del inicio de la prueba, pero sí lo suficiente
para que prácticamente todos los pilotos cambiaran sus neumáticos. A falta de
tres vueltas, Massa lideraba plácidamente y Hamilton iba quinto. La
clasificación del campeonato no variaba… pero Robert Kubica tenía algo que
decir. El polaco, que iba undécimo y había sido doblado por los líderes de la
carrera, decidió animar la fiesta yendo a por Vettel (sexto). El de Toro Rosso
llevaba un buen rato poniendo nervioso a Hamilton, pero en cuanto se percató de
que el BMW quería desdoblarse se apartó. Lewis también vio a Kubica llegar como
un avión y se quitó de en medio. Y ahí apareció Vettel para atacar al inglés.
La euforia invadió el garaje de
Ferrari y los nervios el de McLaren. Increíble pero cierto: a Hamilton se le estaba
a punto de escapar otra vez un título que tenía en el bolsillo. Con sólo dos
giros por correrse, solo cabía esperar un milagro bajo la lluvia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario