lunes, 21 de noviembre de 2016

Gracias, Red Bull

Hace un año, el Leicester City vencía en St James' Park al Newcastle United por un contundente 0-3. Era la jornada 13, y el equipo de Claudio Ranieri acumulaba un balance de ocho victorias, cuatro empates y una sola derrota. Eran líderes de la poderosa Premier League. Lo que al principio parecía una sorpresa, pasó a ser la revelación, luego un serio aspirante y, al final, campeón contra todo pronóstico (con dos jornadas de antelación y sacando diez puntos al subcampeón). Toda una hazaña alabada por todo el mundo del fútbol. Casi siete meses después de su conquista de la Premier, los foxes marchan decimocuartos con doce puntos, a uno del descenso. Ya nadie habla de ellos, aunque en Liga de Campeones son líderes invictos de su grupo.

Esta temporada, los focos apuntan a una ciudad del Este de Alemania: Leipzig. La ciudad que vio nacer a Richard Wagner y que tuvo como residentes a Johann Sebastian Bach (fallecido allí) y a Friedrich Nietzsche está más de moda que nunca gracias a uno de sus equipos. Y no es el histórico Lokomotive Leipzig (120 años), sino el RasenBallsport Leipzig, que todavía no ha cumplido una década. Este club, fundado el 19 de mayo de 2009 y ascendido este año a la Bundesliga, lidera hoy la máxima categoría del fútbol alemán sin haber perdido todavía un sólo partido habiéndose enfrentado (y derrotado) a históricos como Hamburgo, DortmundBayer Leverkusen o Mönchengladbach. Ya están empezando las primeras comparaciones con el Leicester City.

No me voy a detener a explicar demasiado la historia del RB Leipzig. Si uno teclea este nombre en Google, aparecerán cientos de resultados con la misma coletilla: el RB Leipzig, el equipo más odiado de Alemania. Ahí tendréis la historia de este equipo repetida varias veces. Yo os voy a dejar dos enlaces: la Wikipedia y un texto de Guillermo Valverde que explica con máximo detalle los origines y entrañas del equipo revelación de Alemania.

La primera vez que oí hablar del RasenBallsport Leipzig fue hace unos cuatro o cinco años, leyendo sobre el Red Bull Salzburgo y los New York Red Bulls. Ahí descubrí que la marca de bebidas energéticas tenía más equipos además de en Estados Unidos y Austria: Brasil (Red Bull Brasil), Ghana (Red Bull Ghana) y Alemania (RB Leipzig). Ahí nace el odio: el RB Leipzig es propiedad de Red Bull. Porque aunque las siglas del equipo vengan por motivos legales de RasenBallsport, todos asociamos RB con Red Bull. En un fútbol en el que cada vez hay más capital extranjero en los clubes (Chelsea, PSG, etc.), en Alemania esto se vio como una aberración, ya que allí los equipos son controlados principalmente (mínimo un 51%) por los socios. El RB Leipzig se empezó a hacer conocido en Europa tras su ascenso a la 2. Bundesliga. Los aficionados de los clubes rivales comenzaron a organizar toda clase de protestas cuando estos venían a visitarles: bolsas de basura, sentadas, cabezas de toro... así durante dos años.

El impacto que está teniendo la actuación del RB Leipzig en el césped ha aumentado su repercusión en los medios y con ella, los comentarios de los usuarios. Hay diversidad, aunque por lo general dominan los negativos. Lo de siempre: equipo sin historia, odio al fútbol moderno, nuevo rico que roba a los de la zona, que cómo es posible que un recién ascendido gaste 50 millones de euros en fichajes, etc. A mí me parecen comentarios bastante chocantes. ¿Cuántas veces hemos oído y leído quejas de que siempre ganan los mismos equipos? En España que si Barça y Madrid, en Alemania que si el Bayern, en Inglaterra que si Manchester United, entre muchos ejemplos. Pero luego llegan inversores para poner su dinero en equipos de nivel medio y llevarlos a un nivel competitivo al que difícil podrían llegar con sus propios recursos, y otra vez a quejarse. Pasó con el Chelsea, pasó con el PSG, con el Manchester City, con el Mónaco y pasará con cualquier otro equipo que sea adquirido en el futuro.

Criticar al RB Leipzig "esa creación del fútbol moderno" y haber celebrado la gesta del Leicester City como "el triunfo del fútbol romántico" es poco más que curioso, ya que ambos comparten dos características fundamentales que tanto detestan los anti-fútbol moderno: dueño extranjero multimillonario (Red Bull GmbH en el caso del club de Leipzig y el tailandés Vichai Srivaddhanaprabha en el del club de Leicester) y gran desembolso en fichajes (32 kilos el Leicester City en su año campeón, 50 este año el RB Leipzig). También se critica que el RB Leipzig ha robado a jóvenes promesas a sus clubes, como si fuese la primera vez que eso pasa en el fútbol (¿De dónde salen si no la mayoría de chavales que juegan en las canteras de los grandes?). Lo mismo se puede decir de los que ya son profesionales, véase los múltiples fichajes de jugadores del Barça al Sevilla.

Yo quiero desde aquí quiero felicitar a Red Bull por su trabajo a lo largo de estos años. Vieron que era imposible adquirir un equipo medio y decidieron empezar de cero un proyecto a largo plazo para aspirar a ser campeones de la Bundesliga. Lo fácil hubiera sido gastar millonadas en estrellas al estilo Man City y obtener resultados desde ya. En lugar de eso, optaron por invertir en infraestructura, cuerpo técnico y jugadores de un perfil similar. Esa fórmula fue la que Red Bull siguió con su escudería de Fórmula 1 y en cinco años ya eran campeones de pilotos y constructores, un dominio que extendieron cuatro años, siendo un dolor de cabeza para los grandes acomodados (Ferrari y McLaren).

No sé si el RB Leipzig aguantará (lo mismo se decía de Atleti y Leicester City), pero aunque no logren ser campeones este año, no tengo ninguna duda de que de aquí a pocos años lo logrará. Sería el primer campeonato de Bundesliga para un equipo de Alemania occidental, una región que desde la reunificación ha tenido un papel marginal en el fútbol alemán, algo que Red Bull supo ver a la hora de invertir gracias a Franz Beckenbauer, santo y seña del todopoderoso Bayern de Múnich. ¿Será capaz el RB Leipzig de acabar con la tiranía del club de Baviera? El tiempo lo dirá.

lunes, 14 de noviembre de 2016

El Pitu Abelardo, cien partidos como técnico del Sporting

El 3 de mayo de 2014, Sporting caía derrotado en Alcorcón por 1-0 con un gol del hoy sportinguista, Jean-Sylvain Babin. El tropiezo dejaba a los rojiblancos fuera de puestos del Playoff de ascenso a falta de cinco jornadas para el final de la Liga Adelante. El Consejo de Administración decidió destituir a José Ramón Sandoval y nombrar como nuevo técnico a Abelardo, que hasta entonces dirigía al filial en una segunda etapa. El Pitu estaba ante su gran oportunidad tras dirigir a Candás y Tuilla, aunque tenía ante sí el reto de clasificar al Sporting a la fase de ascenso. Tres victorias y dos empates después, lo consiguió. En la primera ronda, los gijoneses cayeron eliminados ante la UD Las Palmas tras dos derrotas por la mínima.

La buena noticia a pesar de no lograrse el objetivo fue el nacimiento de una estrella: Jony Rodríguez. El cangués, al que Abelardo conocía muy bien del filial, fue titular en el estreno del Pitu el 10 de mayo ante el Hércules y consiguió marcar en su debut con el primer equipo. Desde entonces se convirtió en el dueño la banda izquierda de El Molinón. 

La temporada 2014-15 fue la primera completa de Abelardo. La marcha de jugadores clave como Lekic o Scepovic (máximos goleadores del equipo) y el inició la sanción sin poder fichar jugadores por parte de la LFP hacía que, a priori, el objetivo fuera salvar la categoría sin mayores apuros. Abelardo se vio obligado a apostar por los chavales de Mareo: nacía el Sporting de Los Guajes. A los canteranos que ya estaban (Nacho Cases, Sergio Álvarez, Jony, Guerrero) se les sumó los Carlos Castro, Pablo Pérez o Rachid para formar un bloque que se caracterizó por su garra, entrega y compromiso. Así se demostró en partidos que parecían perdidos y que se acabaron ganado o empatando en los minutos finales. El nuevo Sporting de Abelardo Fernández no perdería su primer partido hasta la jornada 21. Contra todo pronóstico, el objetivo pasaba a ser el del ascenso directo, que se logró en la última jornada ante un Betis que no se jugaba nada (0-3) y al empate in extremis del Lugo ante el Girona. Fue el broche de oro a una temporada cuyo balance de 21 victorias, 19 empates y sólo dos derrotas.

En el año del regreso a Primera División, tres temporadas después, la sanción en fichajes se mantenía, pero esta vez se podría incorporar a jóvenes jugadores en calidad de cedidos. Antonio Sanabria y Alen Halilovic fueron las principales incorporaciones de un equipo que logró la salvación en la última jornada tras derrotar por 2-0 al Villarreal con goles de dos los jugadores más representativos del equipo de Abelardo: Jony y Sergio Álvarez. El choque ante el conjunto de Castellón fue la despedida de varios pilares como el propio Jony, Guerrero, Luis Hernández, entre otros. Para muchos aficionados, fue el fin de Los Guajes.

El centenario de Abelardo como técnico le convierte en el décimo entrenador con más partidos dirigidos. Su balance al frente de la nave sportinguista es de 36 victorias, 34 empates, 30 derrotas, un ascenso y una permanencia.

Más allá de los magníficos resultados, que también, lo mejor de estos dos años y medio de El Pitu en el banquillo de El Molinón fue la recuperación de una identidad para el equipo después de muchos años (Los Guajes) y la identificación de la afición con ese equipo. La irrupción estelar de jugadores salidos de Mareo como Jony o Jorge Meré, también es un punto a favor de Abelardo.

Por el contrario, la parte negativa es quizá el poco tacto del técnico con algunos de estos guajes, como el caso de Álex Barrera, Juan Muñiz o Álex Menéndez, que acabaron saliendo por la puerta de atrás tras toda una vida en el Sporting y apenas gozar de oportunidades para demostrar su calidad, sobre todo los dos primeros. Todos se quejaron de la falta de diálogo por parte de Abelardo y en el caso de Juan Muñiz el entrenador llegó a decir públicamente que no contaba por él porque no estaba entrenando bien, algo por lo que se tuvo de disculpar.

Cien partidos después, El Pitu tiene ante sí un reto igual de importante que cuando llegó: volver a mantener el equipo en Primera División. Para ello, debe dejar atrás la mala racha de siete partidos seguidos sin perder que ha generado las primeras dudas en torno a su figura.