8 de mayo de 1982. Por aquel entonces el GP de Bélgica se disputaba en Zolder. Durante la tanda de clasificación, un Gilles Villeneuve que se sentía traicionado por su compañero Pironi en el Gran Premio anterior intentaba vengarse y establecer el mejor crono.
Por ahí pasaba Jochen Mass, que pasaría tristemente a la historia de la F1 por ser el piloto que estaba en la trayectoria de Gilles. El canadiense tocó la rueda trasera del alemán y su Ferrari salió volando por los aires. Al golpear el suelo, su asiento se reparó del resto de su monoplaza (que acabó destrozado) y golpeó el asfalto y las vallas del circuito, causándole la muerte por fractura grave de cuello.
Su fallecimiento causó un gran impacto: se iba un piloto rapidísimo, que iba siempre al límite, jugándose el tipo en cada curva. Talento puro. La traición de Imola le hizo ir más al límite en el GP siguiente para superar a su compañero.
Su jefe, el mítico Enzo Ferrari, veía como perdía a su piloto con el que esperaba marcar una época, aunque perdió varias veces la paciencia con él.
Su legado se quedó en 5 victorias, 2 poles, 4 vueltas rápidas, un nuevo nombre para el Circuito de Canadá y un hijo, Jacques, que en 1997 le hizo el mejor homenaje posible coronándose como Campeón del Mundo.
30 años después es, junto con Stirling Moss, el más claro ejemplo del campeón sin corona y su figura sigue estando presente en todo buen aficionado del motor y de la F1. DEP.
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