martes, 15 de diciembre de 2015

La retirada de la Mamba Negra

"La retirada la dicta mi cuerpo, poco a poco. Es un proceso como de aprendizaje, una nueva experiencia. Te lo dicen tus piernas y un puñado de situaciones"

lunes, 27 de julio de 2015

Ciao, Jules

Gran Premio de Japón de 2014. Tocaba madrugar, y aunque cuesta con el sopor que es la actual F1, lo hice. Justo cinco minutos antes de que el semáforo se pusiera en verde. Lluvia intensa. Pensé: "Salida tras el SC, me duermo". Al poco, bandera roja. Sorprendentemente, sólo Fernando Alonso había abandonado, y por un fallo eléctrico.

La carrera transcurrió con la actual aburrida normalidad, hasta que en la vuelta 40, Adrian Sutil se estrelló contra las protecciones tras hacer aquaplaning con su Sauber. Bandera amarilla. De repente, vuelven a enforcar la zona donde el piloto alemán sufrió el accidente. En televisión sólo se aprecia el monoplaza suizo siendo retirado por una grúa. Y vuelve a salir el coche de seguridad. Me fijé en los rótulos, y aprecié que Jules Bianchi estaba perdiendo posiciones, hasta aparecer BIA OUT. El jóven piloto francés había causado el SC, pero no mostraban nada más. ¿Qué le había pasado?

Pasaron unas cuantas vueltas, hasta que un nuevo plano de la zona del accidente de Sutil volvía mostrarse en televisión. La grúa seguía allí, junto con un coche médico. El Sauber de Sutil también seguía allí. Sale un rótulo: Bianchi, Marussia-Ferrari. Seguía estando confuso, porque no se veía ni el coche ni el piloto. Mirando Twitter, poco a poco se iba sabiendo lo que pasaba: Bianchi se había salido en la misma curva que Sutil, pero el equipo no podía comunicarse con él. Jules no respondía. Jules Bianchi se había estrellado contra la grúa que retiraba el coche de Adrian Sutil.

Sabía que la realización no iba a mostrar cómo había sido, pero también sabía que estaría el típico espectador grabando con su móvil. Sabía que alguien tenía que haber grabado de casualidad lo que había pasado. Y así fue. Horas después de la carrera, el vídeo del accidente de Bianchi corrió como la pólvora por las redes sociales. Mientras un espectador grababa la retirada del Sauber de Sutil, Bianchi pasaba por ahí. En el peor sitio en el peor momento. Una imagen escalofriante. El impacto fue tan brutal que levantó la grúa del suelo. Que saliera vivo era un milagro.

Jules sufría una lesión difusa axonal, en estado muy crítico. Un mes después del accidente, Bianchi fue trasladado a su Niza natal. Tras nueve meses de lucha y mucho sufrimiento familiar (su padre ya había perdido cualquier esperanza), Jules Bianchi fallecía el 17 de julio de 2015. La F1 no sufría un golpe así desde la muerte de Ayrton Senna en 1994.

El pasado Gran Premio de Hungría estuvo cargado de emociones: homenajes, minutos de silencio y dedicatorias. Sebastian Vettel dedicó su victoria a Jules, al igual que hizo Daniil Kvyat con su primer podio en Fórmula 1. Además, la carrera había sido la mejor de la temporada. Mejor tributo, imposible. DEP Jules.

martes, 9 de junio de 2015

El gol de Manolo Preciado obró el milagro

Aunque el Barcelona con su histórico segundo triplete que culminaba la temporada acaparó todos los focos, el 7 de junio de 2015 todavía quedaba fútbol por disputarse. La Segunda División 2014/15 echaba el cierre con cuatro equipos jugándose algo: Girona y Sporting el ascenso directo y Racing y Osasuna el no descenso. Me centraré en los dos primeros.

El conjunto catalán llegaba a la última cita segundo con 81 puntos, dos más que el Sporting, que se plantaba en casa del ya campeón Betis con una mínima posibilidad para subir sin tener que pasar por el Playoff. Los de Abelardo necesitaban ganar por dos o más goles y que el Girona empatara o perdiera en casa ante un Lugo que no se jugaba nada. Poco más que un milagro. Lo previsible, siguiendo la dinámica de los enfrentamientos entre equipos que se jugaban algo contra los que no se jugaban nada, era una victoria tanto de Girona como de Sporting. Por lo tanto, los de Gijón jugarían la promoción.

Y así fue... hasta el minuto 90 del partido en Montilivi. El Girona ganaba por 1-0 gracias a un gol de Fran Sandaza al borde del descanso. Mientras, en el Benito Villamarín los asturianos cumplían con su parte con un contundente 0-3 ante un Betis a medio gas y con unos cuantos suplentes. Con el pitido del árbitro, los jugadores del Sporting se quedaron en el césped a la espera de noticias. En medio de las caras serias, La Mareona comenzó a gritar gol. Sí, el milagro estaba sucediendo. Pablo Caballero se unió a Jairo Alvarez y a Toni Moral (autores de la remontada del Alavés ante la Real Sociedad tras la derrota del Sporting en Castellón) con cabezazo que enmudecía Gerona y colocaba al Sporting en la Liga BBVA.

Sin embargo, el partido no había acabado. En la jugaba siguiente, Florian Lejeune volvía a poner por delante al Girona, desatando la euforia local y despertando del sueño a los sportinguistas de toda España. Pero las tornas cambiaron otra vez. El asistente señalo claro fuera de juego del futbolista francés, aumentando la tensión y provocando un lanzamiento de botella. Los colegiados se retiraron y el partido se dio por concluido a falta de 40 segundos. Radios y tweets lo confirmaban: el Real Sporting de Gijón volvía a la élite tres años después.



Cuando las celebraciones comenzaron, corrió un rumor que después se confirmó: se reanudaba el partido con más de medio estadio vacío y con Quique Setién en plena rueda de prensa. De locos. El Girona no consiguió marcar y empezó la fiesta de las reacciones.

Jugadores, directivos, técnicos y hasta políticos del conjunto catalán descargaron su rabia y frustración en dos direcciones: Betis y Lugo. Unos por poco profesionales y otros por demasiado profesionales. Nunca llueve a gusto de todos. Resumiendo: el Betis se dejó ganar por el Sporting y el Lugo estaba primado. Especialmente rabioso estaba Sandaza, que dedicó en Twitter insultos al técnico lucense y RTs con más de lo mismo.

Sandaza y compañía quizás olvidan que hace un año vivieron una situación similar, pero a la inversa. En la última jornada del curso 2013/14, el Girona ocupaba la última plaza de descenso a 2ªB y recibía a un Depor ya ascendido. Para salvarse necesitaban una serie de resultados, uno de ellos la derrota del Mirandés... en Lugo. Sí, el Girona dependía de una victoria de un equipo que no se jugaba nada para salvarse. ¿Qué pasó? El cuadro catalán venció ante un Deportivo de vacaciones (dicho así por la prensa) y el Mirandés sufría una derrota en el Anxo Carro que les condenó al pozo. Entonces no hubo ni llantos, ni tweets ni nada. Pero eso no interesa ni a jugadores e hinchas del Girona (ni tampoco a sevillistas, pucelanos y oviedistas que ya se veían visitando El Molinón por fin para no jugar con el Sporting B).

Tanto el Girona-Lugo como el Betis-Sporting tuvieron un guión similar: el que necesitaba ganar atacaba. La diferencia fue que unos se conformaron con el 1-0 y los otros seguían intentando hacer su parte para subir. Leyendo los comentarios parece que el Betis estuvo de brazos cruzados, cuando en realidad hicieron lo mismo que el Lugo: atacar en varias ocasiones con un desacierto propio de jugar sin tensión. De hecho, el Betis hizo más tiros ante el Sporting (16) que Girona y Lugo (10 cada uno). No hay que olvidar que el equipo gallego "desaprovechó" dos ocasiones clarísimas: un mano a mano que el Lugo tiró fuera y otra más clara que el delantero solo tenía que empujar debajo de las piernas del portero y que sin embargo envió al limbo.

En definitiva, jugar sin tensión ante alguien que sí se la juega es tan viejo como el propio fútbol, sobre todo por empatía, y más entre equipos pequeños, ya que las tornas pueden cambiar en cualquier momento. En vez de llorar y lanzar botellas, en Gerona deberían preguntarse por qué no golearon ante un equipo a medio gas en lo que debería haber sido su gran fiesta.

martes, 3 de febrero de 2015

Charlotte Hornets, el regreso de un clásico

Este año ha vuelto un nombre clásico de los años 90: Charlotte Hornets. Este nombre despareció en 2002, pero gracias a Michael Jordan, el zumbido de los avispones regresa a su ciudad de origen. Y con aspiraciones muy altas.

A finales de los años 80, con la rivalidad Lakers-Celtics llegando a su fin, y a punto de iniciarse la dinastía de los Bulls de Michael Jordan, la NBA se abrió a nuevos mercados. Nacían así cuatro franquicias: Miami Heat, Orlando Magic, Minnesota Timberwolves y Charlotte Hornets. Gracias a estos equipos hemos visto debutar a leyendas y superestrellas del baloncesto como Shaquille O'Neal, Kevin Garnett, Dwyane Wade y Baron Davis. Sin embargo, sólo las franquicias de Florida han pisado unas Finales y únicamente Miami ha logrado ganar un título.

Los Hornets nacieron en 1988, año en el que entraron en la NBA junto a los Heat. El nombre de la nueva franquicia fue sometido a concurso popular. El término Hornets (avispones) hace referencia a la denominación de la ciudad de Charlotte que hizo el gobernador colonial británico Charles Cornwallis durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Según Cornwallis, la resistencia de la ciudad a la ocupación de la Corona de Inglaterra fue tal que parecía que era “un nido de avispones”.

El estado de Carolina del Norte es uno de los Estados norteamericanos con más tradición dentro del baloncesto universitario (Wake ForestDuke y North Carolina). Con los Hornets, daba así el salto al baloncesto profesional. Contaban con el pabellón más grande la NBA en ese momento (25.000) y el respaldo de la afición fue espectacular, con llenos absolutos durante más de nueve temporadas. Pero los comienzos no fueron fáciles.

Con nombres conocidos como Kurt Rambis o Muggsy Bogues, los Hornets estuvieron en torno a las 20 victorias en sus tres primeras campañas. El fenómeno teal (verde azulado, color de la camiseta del equipo) logró su impulso con la llegada de dos hombres: Larry Johnson y Alonzo Mourning. Esta pareja interior, junto a Dell Curry (el padre de Stephen Curry), formaron un trío espectacular que llevó a los Hornets a Playoffs por primera vez en el año 1993. Avanzaron hasta segunda ronda, donde los Knicks de Pat Ewing le eliminaron. La era Mourning-Johnson duró hasta 1995, cuando el pívot de Georgetown fue traspasado a Miami. Johnson abandonó el equipo al año siguiente con destino Nueva York.

El vacío dejado por la pareja interior la cubrieron jóvenes con mucha proyección como Baron Davis Jamaal Magloire. Pero muchos se preguntan qué hubiera sido de la franquicia sin los acontecimientos del Draft de 1996. La camada de ese año es considerada como una de las mejores de la historia. Los Hornets tenían el pick 13, y eligieron a un chaval de 17 años recién salido del instituto llamado Kobe Bryant. El escolta, seguido de cerca por Jerry West (GM de los Lakers) en los días previos, pidió no jugar en Charlotte. Los angelinos enviaron a su pívot Vlade Divac a Carolina del Norte a cambio del joven Bryant. La trayectoria y hazañas de Kobe son más que conocidas.

Los Hornets siguieron siendo un equipo frecuente en postemporada, pero la asistencia al Charlotte Coliseum comenzó a bajar. Entonces, el propietario del equipo George Shin amenazó con trasladar el equipo si no se construía un nuevo pabellón. Una historia clásica del deporte norteamericano. Como la nueva cancha iba a tardar, los Hornets se mudaron a Nueva Orleans en el año 2002. Eso sí, Charlotte no se iba a quedar sin baloncesto.

En 2004, un nuevo grupo inversor liderado por Robert Johnson adquirió los derechos de la que iba a ser la trigésima franquicia de la NBA: los Charlotte Bobcats. El nuevo equipo no tuvo el mismo impacto que sus hermanos, ahora en Luisiana, sobre todo en términos de afición. La llegada de los Bobcats provocó una reestructuración en la NBA, con el nacimiento de dos nuevas Divisiones y con el traslado a la Conferencia Oeste de los New Orleans Hornets. Curiosamente, ambos ganaron el mismo número de partidos (18). Los Bobcats llegaron dos veces a Playoffs, 2010 y 2014, sin poder ganar partido alguno. Entre tanto, la peor temporada de la historia de cualquier equipo: 7-59, es decir un 10’6% de victorias. Ese fue el resultado de la gestión de Michael JordanHis Airness parecía más preocupado en recuperar la denominación Hornets que de mejorar sus Bobcats.

A finales de 2012, los New Orleans Hornets anunciaron que se cambiaban de nombre a Pelicans, animal típico de Luisiana. Jordan aprovechó para reclamar el nombre Hornets, y su deseo se cumplió: a partir de 2014, los Charlotte Bobcats pasarían a ser Charlotte Hornets. La pregunta que surgió fue ¿Qué pasa con la historia de ambos equipos: los Pelicans son herederos de los anteriores Hornets, pero los nuevos también lo son? La respuesta es muy sencilla:

  • Los New Orleans Pelicans (2013-presente) heredan la historia de los New Orleans Hornets (2002-2013), incluyendo el refugio en Oklahoma City por el huracán Katrina (2005-2007).
  • Los Charlotte Hornets (2014-presente), heredan la historia de los Charlotte Hornets originales (1988-2002) y de los Charlotte Bobcats (2004-2014).
  • Entre 2002 y 2014, NOLA Hornets/Pelicans tenían dos números retirados, el 7 y el 13, en homenaje a dos jugadores fallecidos: Pete Maravich (mítico jugador de New Orleans Jazz, actuales Utah Jazz) y Bobby Phills (jugador de Charlotte Hornets fallecido en 2000 en un accidente de tráfico). Con la nueva separación Pelicans/Hornets, el 7 queda retirado en New Orleans y el 13 en Charlotte.
El regreso oficial de los Charlotte Hornets se produjo el 29 de octubre de 2014, con una victoria en la prórroga ante Milwaukee Bucks. Un partidazo, especialmente de los titulares, que levantó de su asiento a todo el Time Warner Cable Arena, incluyendo Michael Jordan. Posteriormente, enlazaron tres derrotas consecutivas en partidos muy ajustados. Los dos últimos encuentros se saldaron con sendos triunfos, dejando un balance de 3-3.

Un clásico de los 90 que vuelve por todo lo alto con la intención de consolidarse. Con el Big Three Walker-Stephenson-Jefferson, ganar el primer partido en postemporada, y quizá algo más, es el principal objetivo. Tras un mal inicio, parece que la cosa puede salir bien, pero están al borde del KO. Tienen una afición entregada (quinta en afluencia de toda la liga) y un equipo joven. Si las lesiones y problemas extradeportivos se mantienen al margen, cualquier cosa es posible.

miércoles, 14 de enero de 2015

Bony, Ronaldinho, Witsel, Henry y Hulk

El Manchester City hizo oficial la adquisición del delantero del Swansea Wilfried Bony por 28 millones de libras, es decir, 36 millones de euros. Bony, de 26 años (cumplirá 27 en diciembre), aterriza en Manchester tras ser una de las sensaciones de la primera mitad de Premier con 9 tantos. No es el traspaso más caro del fútbol, ni mucho menos, pero el precio del marfileño me ha hecho recordar un partido de este año.

Ese partido fue el Tottenham-QPR del 24 de agosto de 2014, durante los primeros compases de la liga inglesa. En los visitantes estaba Rio Ferdinand, central clave en los once años que estuvo en los Red Devils. Durante la retransmisión, Sixto Miguel Serrano comentó un tuit del inglés: "Mangala, 30 millones, David Luiz, 50. ¿Cuánto podría costar Varane? ¿60? ¿70?". En El Chiringuito de Jugones, en la sección de rumores de fichajes, cada jugador parecía tener, como bien observó Pedrerol, un precio mínimo de 40 millones de euros.

Mientras hacía el artículo sobre Thierry Henry comprobé que lo máximo que se pagó por él fueron 24 millones de euros, cuando siendo una leyenda con problemas físicos dejó el Arsenal rumbo Barcelona. Antes, los londinenses adquirieron a Tití por 13 millones de euros, lo mismo que pagó la Juventus por él en 1999 al Mónaco, donde demostró que su carrera iba a ser prolífica.

Andriy Shevchenko y David Trezeguet, dos de los mejores goleadores de principios de siglo costaron poco más de 20 kilos cuando eran jóvenes que hacían mucho ruido en Kiev y Mónaco, respectivamente. Ronaldinho (no hace falta decir mucho sobre él), campeón del mundo en 2002, llegó al Barcelona en 2003 por 25 millones. Un millón menos costó Eto'o, que ya era un dolor de muelas para los defensas cuando estaba en Mallorca. Michael Ballack, estandarte del Leverkusen que rozó el triplete en 2002, supuso al Bayern un desembolso de apenas 13 millones. 

Viendo las cifras que se mueven actualmente, todos parecen auténticas gangas. Y más si vemos lo que han llegado a costar Neymar (?), Hulk (50), Di María (75), Witsel (42), Robinho (40), James (80) y demás.

Mi pregunta es: ¿Cuánto costarían hoy en día esos cracks mencionados con estos precios actuales? Y ya no hablo de las leyendas: Ronaldo NazarioMaradona, Van Basten, Platini, etc. Unos costes disparadísimos a raíz de la fuerte irrupción de los jeques árabes (Man City, PSG), magnates rusos (Chelsea, Zenit, Mónaco) y muchos fichajes megalómanos de Real Madrid, Barcelona y United, sin olvidar la época de derroche del fútbol italiano de principios de siglo (véase los costes de Mendieta, CrespoToldoThuram, Buffon, etc.). Un tuit que da mucho que pensar, que recordemos procede de alguien que costó 48 millones de euros en su día.

miércoles, 7 de enero de 2015

Requiescat In Pace, Assassin's Creed

Mi primera entrada del 2015 será la primera vez que deje la temática deportiva para hablar de videojuegos, más concretamente de la saga Assassin's Creed. En mi opinión, la mejor franquicia de la séptima generación de consolas.

Como todas las grandes cosas de la vida, llegó de forma accidental. Ya había oído hablar de estos juegos de Ubisoft cuando salieron en 2007, cuando salió su primera entrega. Sin embargo, no me llamó mucho la atención y leer fallos técnicos como lags y tirones no ayudaron mucho a apostar por la aventura de Altair. Finalmente llegamos a las navidades de 2009. Yo tenía decidido comprar el Tekken 6 y otro juego, que aún no tenía decido. Una vez en la tienda, me arriesgué por la secuela de Assassin's Creed tras una review de Playmanía que me convenció bastante. Tras probar el Tekken de forma satisfactoria, el 25 de diciembre estrenar ese desconocido videojuego.

Assassin's Creed II fue, y sigue siendo, una obra maestra. Me enganchó de principio a fin. Por todo: gráficos, ambientación, historia, personajes... Los que han jugado la primera aventura de Ezio saben de lo que hablo. AC II nos llevó al Renacimiento italiano de la mano del protagonista más carismático de la saga: Ezio Auditore de Florencia. Un giro inesperado en los acontecimientos le hizo dejar atrás su plácida vida en la capital de la Toscana para acabar recorriendo Forli, Venecia y brevemente Roma, ayudado por personajes históricos como Lorenzo de Médici o Leonardo Da Vinci, en busca de sus enemigos: los Templarios. Una aventura larga que merece la pena jugar. De hecho, logré el trofeo de platino de PS Network tras muchas horas para ello.

Mientras esperaba la secuela del II, decidí completar la historia con el I. AC estaba en versión Platinum, por lo que valían la pena los 20 euros. El viaje de Altair ayuda a contextualizar toda la historia de la saga, sobre todo el presente protagonizado por Desmond Miles. Pero peca de dos fallos: no tiene trofeos (sí logros en Xbox 360) y su desarrollo es muy repetitivo. De todas formas, explorar Tierra Santa tiene su encanto.

Y llegó el sucesor de Assassin's Creed II: La Hermandad. Nuevamente protagonizado por Ezio, esta vez nos toca viajar y conocer a fondo la Ciudad Eterna, Roma. Los antagonistas, una familia poderosa: los Borgia (César, Lucrecia y Rodrigo). Brotherhood mantuvo una genial historia con unos grandes gráficos y una mejora del sistema de combate, al que se le añadieron rachas de ejecuciones y reclutamiento de Asesinos. Pocos meses después visité Florencia y Roma, un viaje que añadió valor a estos dos juegos. Por todo esto, cuando me preguntan qué Assassin's prefiero, no sé decantarme por ninguno.

Ezio completó su trilogía con AC: Revelations, un juego que si bien mejora los gráficos, añade poder elaborar bombas y mantiene Hermandad y sistema de combate, da la sensación de agotamiento. Además, la historia, más allá de los flashback jugables de Altair, no tiene el mismo 'flow' que las otras entregas: la Constantinopla/Estambul del siglo XVI y sus personajes históricos no atraen tanto en Europa.

Todo hacía indicar que la saga se tomaría un descanso, pero Ubisoft anunció el lanzamiento de Assassin's Creed III. En realidad tenía sentido: la trama principal (la de Desmond) está ambientada, en todos los juegos, en noviembre de 2012. A muy poco para el famoso fin del mundo del 21 de diciembre de aquel año. AC III salió a finales de año, por lo que todo cuadraba. ¿Quieres saber por qué el mundo no se acabó en 2012? En esta entrega tienes la respuesta.

En lo que al juego se refiere, el AC III cambia de ambientación y protagonista. Esta vez, de la mano de Connor Ratonhnhaké:ton (hijo de inglés y nativa americana) vivimos de primera mano la Guerra de Independencia de los Estados Unidos y varios de sus momentos y personajes clave: el Motín del Té, la Batalla de Bunker Hill, Ben Franklin, George Washington, etc. En ese sentido, da rabia no conocer de antemano más sobre historia de USA y saber el nombre varios generales que aparecen en el juego, que los estadounidenses sí saben y por lo tanto disfrutan más del juego. Por lo menos más que la mayoría de los europeos. Los gráficos cambian y logran un gran detalle facial (queda patente en muchas escenas), aunque la jugabilidad en mi opinión da un pasito atrás. Pero la principal novedad es la introducción de las batallas navales. Connor posee su propio barco y participa en momentos decisivos de la guerra con él. Especialmente por su historia, AC III está en el podio de la saga.

Cuando la historia de Desmond llegó a su fin, entonces sí que pensé que Assassin's Creed se iba a tomar un largo descanso. Ni mucho menos. A finales de 2013, Ubisoft sacaba AC IV: Black Flag. Explotando y mejorando el sistema de batallas navales, Black Flag, como su nombre indica, nos lleva a unos cuantos años antes de la Revolución Americana. El Caribe y la Edad de Oro de los piratas, dan lugar a una aventura buena. Sin más. Se resume básicamente en: Edward Kenway (abuelo de Connor) deja Inglaterra en busca de riqueza como pirata. Amigo de piratas legendarios como Barbanegra, intercepta (sin saberlo) a un Asesino, que habla de un lugar misterioso que le pude dar mucho dinero y se lanza a buscarlo con su barco. Los gráficos, una pasada. Sobre todo el agua. Y gracias a este juego descubrir a otros piratas como Calicó Jack o Benjamin Hornigold.

La secuela de Black Flag es a su vez una precuela de AC III. Assassin's Creed: Rogue es muy similar a su hermano mayor. Su ambientación es la Guerra de los Siete Años. Aunque eso es casi secundario. No participamos en el conflicto en sí, pero ayudamos a una facción a consolidarse en Norteamérica. Y no son los Asesinos. En esta ocasión, Shay Cormac deja el credo de "Nada es verdad, todo está permitido" para ser guiado por el Padre del Entendimiento. Gracias a Cormac, los Templarios se asientan con fuerza en las Trece Colonias. Ayuda mucho a entender cosas de AC III. Por ponerle un pero, quizá se pudiera haber profundizado más en quién son realmente los 'malos'.

Respecto al presente, tanto en IV: Black Flag como en Rogue el protagonista eres tú en primera persona como empleado de Abstergo. No aporta mucho, pero infliltrándote en los diversos ordenadores, se conocen muchos datos extra de la saga.

¿Será el Rogue el último Assassin's Creed de la séptima generación? No me atrevo a decir nada, pero tiene pinta que sí. Este repaso a la saga se centra en esta generación, que ya da sus últimos coletazos. AC se convirtió en una cita anual. En 2014 se han visto dos: Rogue para PS3/360 y Unity para PS4/Xbox One. Ese sí que me hubiera gustado jugarlo, porque recupera la esencia de la saga: ciudad histórica con monumentos escalables y un contexto con miga (París-Revolución Francesa). Para 2015 ya se ha filtrado (y confirmado) Assassin's Creed: Victory

A ver para qué consolas sale, pero yo todavía no tengo una PS4 y tampoco tengo prisa por ella. Supongo que acabe dando el salto, pero no será en 2015. Aun tengo PS3 para rato. Dedicaré el año a conseguir todos los trofeos que pueda de todos los juegos de una saga en la que entré de rebote pero que acabó por engancharme año a año desde 2009. Aunque se hace pesado un juego a año que no innova demasiado, si hay AC este año, lo compraré. Gracias por tantas horas de diversión, Assassin's Creed.